La visita de Granholm
Armando Ríos Ruiz lunes 24, Ene 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Aprovechando que nadie escucha lo que se dice o lo que se acuerda tras la visita de un alto funcionario de otra nación que viene a México, cuando en este país se ordena la discusión en las Cámaras, de leyes cuya aprobación se convertirán en una verdadera amenaza para la salud de los mexicanos e inclusive para el país de donde el visitante es originario, ¿por qué el Presidente de los mexicanos tiene que decir que todo fue dulzura y reconocimiento a su iniciativa destructora?
¿Por qué tiene que comunicar al pueblo que gobierna que el visitante vino algo así como a disfrutar un par de días de descanso? ¿A conocer una parte mínima de este suelo? ¿A reconocer los alcances atinados de un mandatario que siente ser mejor que el vecino? ¿A motivarlo a continuar con la destrucción que representa una intención? ¿A aplaudir los alcances perjudiciales que puede significar un capricho? ¿Más que un capricho, tal vez una forma de obtener jugosos dividendos, como en el caso de México, con la venta anual de más de 20 mil millones de toneladas de carbón que producen las minas del senador Armando Guadiana?
La reciente visita de Jennifer Granholm, secretaria de Energía de Estados Unidos, no fue de cortesía ni de vacaciones ni para saludar al Presidente mexicano y a su homóloga Rocío Nahle, ni nada parecido. En el momento en que desde Palacio se ordenó la discusión de la reforma de referencia, el presidente Joe Biden decidió enviar a su colaboradora. No para presenciar el desarrollo de las argumentaciones en el Congreso, sino para poner en su lugar a quienes pretenden continuar como siempre desde el inicio de la presente administración, con su trabajo destructor.
Todo mundo sabe del deseo de Biden, de acabar con las energías sucias e iniciar un nuevo período para todo el orbe, con energías renovables, que permitan la supervivencia del género humano en un ambiente más limpio, en cuando al aire se refiere. Para ello ha empeñado su fuerzo y su palabra desde el inicio de su gobierno, durante el cual ha expresado muchas veces su intención de pelear para lograr la generación de energías que no hacen daño.
No va a permitir que nadie opere en sentido contrario, por alejado que el país esté de América. Mucho menos que un vecino caprichoso imponga sus reglas, cuando también cualquiera puede medir que son aniquiladoras. Que desprecian la vida humana y que muestran el inexistente interés de un mandatario por dar salud al pueblo que representa.
Después de la visita, el presidente López y su secretaria Rocío Nahle, dieron noticias triunfalistas de lo que no ocurrió durante la plática con Granholm, que esta señora se encargó de desmentir, no por el prurito de hacerlo, sino para dar respuesta clara y precisa de lo que significó su arribo a México, que muchos mexicanos aplaudimos, porque sabemos, agradecidos, que fue para nuestro propio bien.
La visitante hizo ver que el gobierno de su país está preocupado por los posibles impactos negativos que la reforma eléctrica pueda tener en la inversión privada estadounidense. Así lo publicó en redes sociales y de manera oficial en un comunicado. Así echó “por tierra las afirmaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador; de la titular de energía, Rocío Nahle; del canciller Marcelo Ebrard; y del senador Ricardo Monreal, quienes afirmaban que en cada reunión con la funcionaria estadounidense hubo coincidencias en la agenda energética y cordialidad. Publicó un rotativo.
Los funcionarios vecinos están acostumbrados a utilizar gestos y expresiones diplomáticas. El interlocutor debe interpretarlas como son, si tiene capacidad. Si hay desobediencia, la actitud adopta una expresión diferente: más seria. Más contundente. Más decidida y convincente.
Simplemente, debemos tomar en cuenta que el capricho es violatorio de principios y protecciones del T-MEC. Es además, un prurito mal intencionado de crear energías, quizá con un provecho particular. El mandatario macuspano cree que puede atentar contra el mundo, como lo hace con México y que ganará el aplauso. Que de manera brutal, irreflexiva y perniciosa, sólo le prodigan sus chairos.